“Los maíces están prácticamente definidos como cultivos, con zonas donde las pérdidas son prácticamente totales, sumadas a otras con distinto grado de severidad. Pero lo importante ahora es tener en cuenta que las poblaciones de Dalbulus maidis están muy altas con un alto porcentaje de individuos infectivos”, afirmó Augusto Casmuz, técnico de la sección Zoología agrícola de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc), y responsable de investigar este vector, que tanto daño está haciendo a los lotes de maíz del país.
“En los análisis de febrero tenemos desde un 30% a un 45% de individuos infectivos; y seguramente a fecha de hoy aumentó. Los individuos infectivos tienen una mayor capacidad de sortear efectos adversos del clima, como la disminición de las temperaturas -que ya llegó- y sobrevivir para la campaña siguiente”, añadió.
A raíz de ello, sugirió algunas medidas en pos de bajar esas poblaciones. “En primer lugar, regular la trilladora para disminuir las pérdidas de cosechas y que, por ende, haya menos maíces guachos. Como pérdidas siembre habrá, luego viene el control de estas plantas espontáneas, para evitar de esa manera que las chicharritas se hospeden en ellas. Otro punto que planteamos con las instituciones y productores es establecer una red de monitoreos de Dalbulus maidis a nivel nacional, para conocer su dinámica y enterarnos de cómo evoluciona esta población cuando ya no está el cultivo”, dijo.
Agregó que esto permitirá conocer la situación inicial en la próxima campaña en cuanto a densidad poblacional y, más importante aun, cómo evoluciona el porcentaje de individuos infectivos: “Con estos datos podremos generar estrategias de manejo de esta plaga”.
También aconsejó no especular respecto de qué pasará durante el invierno con el frío. “Seguramente las bajas temperaturas ayudarán a que bajen las poblaciones; pero debemos saber qué debemos hacer a posteriori”, puntualizó.
Subrayó que se sabe que cuando no está el maíz, el insecto se refugiará en malezas, en cultivos invernales y podrá sobrevivir en ausencia del maíz al menos 90 días. “En estos momentos debemos tener datos con los monitoreos y controlar las poblaciones en esos lugares. Es necesario hacer el seguimiento y verificar si al llegar la primavera tenemos una densidad poblacional importante, realizar un control en esa población que llega debilitada”, afirmó.
Destacó que para lograr que bajen las poblaciones, se deben tomar acciones coordinadas entre todos los productores de la región, y no de manera aislada. “Es fundamental que esto se entienda para lograr resultados eficientes. El desafío es grande; debemos tomar conciencia para el buen del sistema productivo de maíz, importante por su rentabilidad, pero por sobre todo para la sustentabilidad productiva granaria de la región y del país”, finalizó Casmuz.